Aunque Mal Paguen
En el pintoresco pueblo costero de El Guayabo, una tormenta se acerca… trayendo vientos huracanados de cambio y pasión que impactarán la vida de muchos.
Soledad es una hermosa joven que vive plácida y felizmente en el simpático pueblo de El Guayabo. Alejandro es un ambicioso empresario de la capital, decidido a construir un resort playero justamente donde está situado el pueblo… no importa cuántas familias tenga que desarraigar en el proceso.
Cuando Alejandro llega a El Guayabo para cerrar la compra del negocio principal del pueblo, una fábrica de tabacos, y de todas las tierras que la rodean, el destino lo une a Soledad de una manera insospechada. Él acaba de sufrir un golpe en la cabeza al ser asaltado en la carretera, y anda deambulando sin rumbo cuando ella lo atropella accidentalmente con su bicicleta, y entonces descubre que no recuerda nada... ni su propio nombre.
Pronto todos se enteran de que este forastero desmemoriado es el nuevo dueño de casi todo El Guayabo, pero él mismo no logra entender por qué. Los habitantes del pueblo, gente sencilla y alegre que ama profundamente su vida tranquila, ven a Alejandro como un enemigo, y buscan desesperadamente la forma de evitar la construcción del resort. En esa búsqueda, sale a la luz un secreto celosamente guardado por largo tiempo: la verdadera madre de Soledad, Catalina, no murió como todos pensaban.
Ha pasado los últimos 20 años presa por matar a su cruel esposo, el hijo de Don Luis Santana, patriarca del pueblo y dueño de la fábrica de tabacos. Como heredera legítima de la fábrica y los terrenos, sólo ella puede deshacer la venta de esas propiedades. Ahora Don Luis, arrepentido de haber firmado los documentos de venta, le propone un trato a Catalina: si regresa para salvar al pueblo, él le devolverá a su hija. Ni Catalina ni Soledad saben que están tan cerca la una de la otra. Catalina piensa que Soledad fue adoptada en el extranjero, mientras que Soledad está convencida de que es hija de la pareja que la crió. El retorno de Catalina a El Guayabo reunirá a madre e hija… pero también creará un tormentoso abismo entre ellas, pues Catalina sin saberlo se enamora del mismo hombre que Soledad considera su alma gemela: Alejandro.
Y así, mientras Soledad y Alejandro descubren que son el uno para el otro, el destino todavía tiene muchas sorpresas guardadas para ellos… al igual que para el singular y entrañable pueblo que los unió.